POZO DE LAS NIEVES DE SALVATIERRA (2)
Los
arrieros, dedicados al transporte de esa
nieve, estaban rigurosamente vigilados y bajaban la nieve durante el
verano. Los precios eran exorbitantes: dos reales por libra ya en tiempos de
Felipe II.
El precio ordinario en el s. XVII, se
mantenía alrededor de dos maravedís por libra, y hasta cuatro reales por carga.
El 3 de Mayo de 1634 se fijó en un real por cuartillo el precio de la nieve en
Hornachos. En 1819 se cobraban diez cuartos, 50 maravedíes, por cada libra de
nieve en Villafranca de los Barros.
El hielo llegaba a Badajoz desde
los lugares donde la nieve era abundante, como
Béjar (Salamanca) o el Calvitero, al norte de Cáceres.
Los arrieros-"neveros" transportaban, en
cántaros de barro protegidos por helechos y paja, cargas de nieve viajando por
la noche para evitar en lo posible la licuación de tan delicado cargamento y
recorrían una ruta que pasaba por Cañaveral, Garrovillas y Aliseda hasta Villar
del Rey para terminar en Badajoz.
Conventos, hospitales, casas particulares de
importancia, y otros lugares, contaban con pozuelos para uso propio. La
propiedad de los grandes Pozos de Nieve era, de ordinario, municipal, aunque su
administración y gestión solía ser otorgada en arrendamiento a particulares,
como otros servicios, por el sistema de la puja. En otros casos la propiedad de
los almacenes de nieve y el derecho de su venta, correspondía a la
Iglesia , las Ordenes Militares y también a
particulares.
Todo este negocio constituyó una red regional de casas
de la nieve (que eran depósitos construidos en superficie) y pozos (que estaban
total o parcialmente hundidos en el terreno). En ocasiones el depósito estaba
en el casco urbano, como ocurría en Cabeza del Buey, o muy cerca, como en
Salvatierra de los Barros, pero también podía estar a varios kilómetros en
pleno campo, como el pozo de la nieve de Herrera del Duque o, incluso, en otro
casco urbano. El pozo de la nieve de Badajoz estaba en Villar del Rey, pueblo
encuadrado en la jurisdicción de la capital. Alberto Conzález afirma que además
de en las localidades citadas, se han encontrado casas o pozos de
la nieve de cierta entidad en Valencia del Ventoso, Mérida, Zafra,
Llerena, Alburquerque, Hornachos, Zalamea de la
Serena , Villafranca y en otros lugares. Los
mejores conservados son los de Villar del Rey, Alburquerque y Salvatierra.
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